El el lugar en que estaba
la casa de inquilinatos,
hay una "peña" de gatos
vecinos de la barriada;
la medianera pelada,
con un dejo de tristeza,
muestra el papel de las piezas
que tocaron retirada.
Perdió por demolición
la casa de tantas piezas
y dejó que la pobreza
tenga nueva dirección,
y nos muestra a discreción
cuando se cambian de ropa
"los que no dan pelota"
cuando cae en el balcón.
Y vino lo que faltaba
a tomar ubicación
causando la sensación
de toda la muchachada
que contempla alborozada
a una hermosa calesita,
con su eterna musiquita
de canciones olvidadas.
Hay un alambre tejido
frenando a la concurrencia,
de pibes que en su impaciencia
parecen monos prendidos,
cuando alguno ha conseguido
los "cinco" para una vuelta,
ya los muestra de la puerta
con un aire distinguido.
El dueño, es un portugués
que da vuelta a la "pera",
con la sortija espera
que la saquen de un "revés";
baja apurado, después,
para atender a los clientes
que reclaman, impacientes;
"que dura mucho... esta vez".
Cuando ya no hay candidatos,
cesa la musiquita,
y entonces, la calesita
ya no tiene sobresaltos
Una lona, de lo alto
los cubre a los caballitos,
que darán ese saltito
que prometen de hace rato.
Sale el caballo, mareado
de una esquina de la carpa,
y el pobre nos muestra un arpa
en el flanco dibujado...
fuerza motriz que ha comprado
a plazos el portugués,
y que un cochero tal vez
ya lo había jubilado.
Mueren las luces que había,
y el patrón, por la vereda,
va contando las monedas
que añoran las alcancías...
que van quedando vacías
desde el día en que llegara,
trayéndola desarmada
a esa rueda de alegría.
La luna, la va pintando
de blanco a la calesita,
y al caballo que dormita,
tordillo lo va dejando;
y el viento que va arrastrando
la tapa de una tetera
deshace un fila entera
de hormiguitas desfilando.
LA CALESITA, Héctor Gagliardi