Barco de ferrocemento en Costanera Norte, frente a Aeroparque,
queda al descubierto cuando baja el río.
La historia del ferrocemento la inicia el jardinero francés Joseph Monier, quien en 1847 incorpora mallas de acero al hormigón utilizado en la fabricación de grandes maceteros. Su compatriota Josep Louis Lambot, en la Exposición Universal de 1855 en Paris, presenta al mundo la primera embarcación construida con mortero reforzado con varillas de acero y alambre, material patentado en 1852, que él denomina Fercimen. El bote de remos, conservado en el Museo de Brignoles, tiene 3,66 metros de eslora y 1,22 de manga con entre 2,5 y 3,8 centímetros de espesor.
Con una técnica parecida, el constructor italiano C. Gabellini, construyó botes de ferrocemento en 1887.
A principios del siglo XX, se construyó en Norteamérica, para el gobierno, una embarcación a motor de 5,5 metros de eslora y un casco de 1,9 cm de espesor.
Al final de la primera guerra mundial, para suplir la escasez de acero, el ferrocemento fue empleado en la construcción de mercantes.
Entre las dos guerras, los holandeses construyeron barcazas de este material para el transporte por los canales de escorias y residuos.
El ingeniero y constructor italiano Pier Luiggi Nervi (1902.1981) perfeccionó este material y lo utilizó en todo tipo de construcciones. La segunda guerra mundial interrumpió la construcción de un barco de 400 toneladas.
En la segunda guerra mundial, los aliados utilizaron masivamente el ferrocemento para la construcción de pontones y barcazas.
A pesar de sus cualidades y bajo costo, el ferrocemento no comenzó a utilizarse masivamente en la construcción naval, hasta los años 60 del siglo pasado, siendo China (en Shanghai) el primer país en hacerlo.
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