La tristeza del mundo
es decir mi tristeza
empezó hace treinta años
en una noche hueca.
Por entonces los ángeles
trepaban por mis nervios
me dejaban promesas
me colgaban temores
y eso alcanzaba para todo el tiempo
para entender la vida
todo el tiempo.
Después de todo
no eran ángeles
eran tan sólo
escalofríos.
También tuve y no tengo un abuelo
con un siglo de cuentos
y una barba de seda
y dijo buenas noches
y se metió en su sueño
como huésped antiguo y de confianza.
Claro
no era su sueño
era su única muerte
nada más.
Por entonces había
nubes como montañas
y le horizonte era una cuerda floja
y los lunes
y miércoles
y viernes
Dios hacía equilibrio
sin caerse.
Pero no era Dios
era tan sólo
un barco viejo.
Barco Viejo (Mario Benedetti)
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